Tú eres la imagen del Amado, ¡sumérgete en ti mismo!
en tu interior y en tu exterior hallarás lo que es íntimo
y lo que es externo.
Diwän de Maqrebi
Jeff Buckley está sólo en el escenario; es la última canción del concierto en la sala Metro de Chicago, el 13 de mayo de 1995, y sus compañeros se han retirado para que pueda establecerse la completa comunión entre el artista y su público.
La canción elegida para cerrar el concierto es, como no podía ser de otra manera, el "Hallelujah" de Leonard Cohen. Todos los registros en directo de Jeff, o al menos los conocidos públicamente, terminan con variaciones sobre este mismo tema [...] como si de hecho después de tocarlo le fuera imposible decir nada más, cantar nada más: tal es la intensidad de la energía allí desplegada, tal es su entrega, su inmersión total en la música. [...]
Allí absorto, como olvidado de la presencia del público, Jeff Buckley parece encontrarse inmerso en un auténtico ejercicio de interpretación contemplativa: y uno no puede dejar de pensar en su fascinación por el gran maestro qawwali Nusrat Fateh Ali Khan, y toda esa escuela musical de origen sufí en la que se trataba de, mediante el canto, alcanzar una iluminación religiosa cercana al trance místico. [...]
La voz de Jeff sube y baja, hace requiebros, desciende a sonidos casi guturales, asciende a angelicales falsetos, se desliza por los meandros del espíritu, se lanza confiada, sin guía, hacia las profundidades abisales de una melodía desconocida y vuelve a aparecer siempre triunfante, brillante, hermosa, segura de sí tras haber vislumbrado las puertas del cielo en un eterno sostenido, ese acorde secreto que David tocaba para satisfacer al Señor, según la letra de Cohen: más allá de la fortaleza o debilidad de su propia fe, Jeff Buckley logra alcanzar, cantando esta canción, el momento inconmensurable de la gracia.
La canción elegida para cerrar el concierto es, como no podía ser de otra manera, el "Hallelujah" de Leonard Cohen. Todos los registros en directo de Jeff, o al menos los conocidos públicamente, terminan con variaciones sobre este mismo tema [...] como si de hecho después de tocarlo le fuera imposible decir nada más, cantar nada más: tal es la intensidad de la energía allí desplegada, tal es su entrega, su inmersión total en la música. [...]
Allí absorto, como olvidado de la presencia del público, Jeff Buckley parece encontrarse inmerso en un auténtico ejercicio de interpretación contemplativa: y uno no puede dejar de pensar en su fascinación por el gran maestro qawwali Nusrat Fateh Ali Khan, y toda esa escuela musical de origen sufí en la que se trataba de, mediante el canto, alcanzar una iluminación religiosa cercana al trance místico. [...]
La voz de Jeff sube y baja, hace requiebros, desciende a sonidos casi guturales, asciende a angelicales falsetos, se desliza por los meandros del espíritu, se lanza confiada, sin guía, hacia las profundidades abisales de una melodía desconocida y vuelve a aparecer siempre triunfante, brillante, hermosa, segura de sí tras haber vislumbrado las puertas del cielo en un eterno sostenido, ese acorde secreto que David tocaba para satisfacer al Señor, según la letra de Cohen: más allá de la fortaleza o debilidad de su propia fe, Jeff Buckley logra alcanzar, cantando esta canción, el momento inconmensurable de la gracia.
Fragmento extraído de
"Destellos en el agua" de Gabriel Villota Toyos,
2010, Melusina (www.melusina.com)
"¿Adónde te escondiste, amado, y me dejaste con gemido?". "Cántico espiritual" de San Juan que se acerca al de Jeff Buckley, paso por la experiencia en trance del sonido...
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