Sunday, February 13, 2011

Matthew Herbert

En ocasiones, uno, sin más, se queda en casa. Y no es pereza, ocurre que pueda ser cierto malestar insolente, de difícil descripción, imposible de describir. Inexplicable, al fin y al cabo. Acaba uno por  aceptarlo, y termina por ponerse una copa. Sin saber muy bien cómo está escuchando música. Pero, y esto si es consciente, no es aquello que conoce bien, no es aquél disco, revisado y repasado, estudiado concienzudamente. Precisamente, tiende uno a escoger un disco que simplemente ha visto pasar, ha oído una ráfaga. Es un músico que conoce y aprecia pero no es ese un disco que realmente se haya parado a oír. Y ocurre que, de repente, ese disco se muestra en todo su esplendor, florece como por arte de magia, como por arte de birlibirloque. Y, entonces, corre a mostrarselo a todo el mundo, como si se negara a aceptar a que sea un secreto, aunque lo cuenta como si fuera un secreto.


1 comment: